martes, 28 de septiembre de 2010

valencia en la luna 2

domingo, 26 de septiembre de 2010

valencia en la luna, por radio

martes, 21 de septiembre de 2010

sábado, 18 de septiembre de 2010

nestitor y su corazón en venta.
el fantaste

jueves, 16 de septiembre de 2010

qué poca vida para ocuparse de tan poca cosa...
la cocina no tiene misterios

viernes, 10 de septiembre de 2010

Salió temprano, la tarde ideal, por fin sol, y la cercanía con la primavera provocaba que ya no se necesite campera, cuello polar y pulover. Entonces andaba cargado, cual Ekeko, como le gustaba decir y repetir hasta el hartazgo a su exjefa. Igual lo prefería antes que al exagerado castigo del clima inhóspito, que sufría todas las mañanas.
Llegó a la parada de y como siempre, a la espera, a la rutina. Pero apareció otro micro, que, aunque lo dejaba más lejos, iba más rápido y se dijo es bueno cambiar de vez en cuando. No notó que la decisión lo acercaba a una tragedia, sólo pocas paradas despúes. Y allá apareció, como siempre inesperado. Subió y de un movimiento se ubicó cerca de él, y el cruce de miradas fue como el primero, allá lejos y hace tiempo, el que lo deja pensando aunque no haya nada más. Miradas fijas, hasta que se perdieran de vista. Pero esta vez la situación parecía un aviso de supermercado,
única e irrepetible oportunidad. Pero las dudas surgieron una vez más, como en toda su vida, y sólo imaginó el rechazo, ante una multitud que hacía lo habitual, lo único que se puede hacer en un micro, escuchar conversaciones ajenas.
El viaje seguía. En un rapto de lucidez, decidió escribir su teléfono en una tarjeta, con la idea de entregarsela antes de bajar. Al acercarse su parada comenzó los preparativos de manera aparatosa esperando la luz verde, una más! para terminar de animarse. Pero no encontró nada, ya que las páginas de un libro parecían ser más interesantes que un futuro juntos, que una vida juntos, una noche, un beso, un diálogo, algo más. Pero nada.
Y se dio cuenta que todo siguió igual. Que nada podía torcer el destino. Guardó la tarjeta y escondió su desazón. Sólo por deporte regaló un desvío de su vista, antes de bajar. Y ahí ocurrió la tragedia que se venía anunciando. El último cruce de miradas fue como el primero, allá lejos y hace tiempo, el que lo deja pensando aunque no haya nada más. Miradas fijas, hasta que se perdieran de vista.

jueves, 9 de septiembre de 2010

humor pavo

martes, 7 de septiembre de 2010

de cappa caida